
Abandono demente
Parte I
Desde el 2013 el Hospital Borda ha sido tema de agenda de los medios de comunicación a partir de la llamada “represión” efectuada el 26 de abril de ese año. El conflicto surgió luego de que el gobierno de Mauricio Macri ordenara la demolición del sector de Talleres Protegidos del hospital, con la finalidad última de construir un edificio gubernamental. El hecho derivó en el enfrentamiento de la Policía Metropolitana con distintos sectores profesionales, partidarios, gremiales, medios de comunicación y hasta pacientes que se congregaron en el lugar para oponerse a la medida.
Este es uno de los muchos hechos que marcaron la relación conflictiva entre el Borda y el gobierno de Macri, comenzando con la suspensión de un crédito para el arreglo de ciertos sectores del hospital, seguido por problemas de agua, gas e infraestructura que, según según las declaraciones de trabajadores del lugar, la ciudad ha tardado demasiado en reponer.
El énfasis que se le ha dado al conflicto desde los medios de comunicación contribuyó a la construcción de un imaginario colectivo que representa al Hospital Borda como una institución carente de recursos y al Gobierno de la Ciudad como una administración desinteresada de la salud pública.
Este es el contexto en el que surgió la presente investigación, por la búsqueda de causas más profundas del conflicto, para entender las verdaderas razones de las carencias del hospital, y la puja entre la salud y el gobierno. La indagación arrojó como resultado que son otros, además del presupuesto anual asignado, los factores que intervienen en la calidad de infraestructura y servicio del lugar: existe un interés político y gremial para que el Borda siga en esas condiciones y, por lo tanto, no se realizan las obras que la ley exige para iniciar el “proceso de desmanicomialización”
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Según el artículo Nº 27 de la Ley Nacional de Salud Mental 26.657, “queda prohibida por la presente ley la creación de nuevos manicomios, neuropsiquiátricos o instituciones de internación monovalentes, públicos o privados. En el caso de los ya existentes se deben adaptar a los objetivos y principios expuestos, hasta su sustitución definitiva por los dispositivos alternativos”.
Esto significa que los hospitales de salud mental, con un enfoque “asilar”, deberán dejar de existir para el año 2020 (según el plazo acordado en la Conferencia Regional de Salud Mental en Panamá del 2010). En su lugar se deberán construir como medios alternativos casas de medio camino y hospitales de día; se deberán promover las consultas ambulatorias, los servicios de inclusión social y laboral para personas después del alta institucional, la atención domiciliaria supervisada y el apoyo a los grupos familiares y comunitarios.
En relación con esto, existe un vínculo contradictorio entre el presupuesto otorgado en los últimos cinco años al hospital Borda y lo que dicta la ley. Si bien la ley de salud mental de ciudad se promulgó en el año 2000 y la nacional en el 2010, se hizo poco (o ningún) avance en cuanto al desarrollo de los medios alternativos, y se continúa invirtiendo dinero, según palabras del miembro asesor del Consejo General de Salud mental, Ángel Barraco, “en un modelo que ya no funciona ni para mejorar las condiciones de los pacientes ni la de los profesionales que trabajan en el lugar”.
Durante la investigación, el primer acercamiento al Borda se hizo para corroborar las condiciones en las que se encontraban tanto el edificio como sus pacientes. Alrededor de la fachada del hospital se extendía un portón negro cerrado con un cartel que decía “NO FUNCIONA”. Al consultarle al personal de Informes al respecto, confirmaron que se trataba de una obra hecha por el Gobierno de la Ciudad que había costado 11 millones de pesos, que estaba mal construida y por ende no funcionaba. Dentro del lugar destacaban panfletos llamando a asamblea para discutir la problemática, ya que se acusaba una desatención a las necesidades prioritarias del establecimiento.
Hasta este momento, la hipótesis inicial de carencias por falta de presupuesto parecía confirmarse a simple vista.


